viernes, 2 de agosto de 2013

La presentación, al fin, del Motorola Moto X nos permitió confirmar las especificaciones y algunos de los detalles que se llevaban filtrando desde hace semanas. Hubo algunas sorpresas, desde luego, y es inevitable hacer balance de un dispositivo que algunos han calificado como el verdadero “teléfono Google” y que otros vemos como un desarrollo curioso pero desde luego no revolucionario.
Por supuesto, esa valoración inicial solo podemos hacerla desde la distancia y, mucho nos tememos, sobre esas especificaciones que Motorola ha puesto sobre el papel. En la presentación Motorola aprovechó para lanzar algunos fuegos artificiales, pero… ¿es el Moto X un competidor serio para los actuales protagonistas del mercado?

No en hardware, desde luego

O al menos, eso parece a juzgar por las primeras comparaciones. Nuestros compañeros de Xatakahan enfrentado este terminal a dispositivos de gama media como el Nexus 4 y a algunos de gama alta como el Nokia Lumia 920. Por otro lado, comparativas como la puesta en escena en The Verge pretenden situar al Moto X al nivel del iPhone 5, el HTC One o el Samsung Galaxy S4. En ambos casos, las comparaciones resultan difíciles de realizar.

Y lo son porque el Motorola Moto X parece situarse en tierra de nadie. La pantalla es más propio de modelos de la gama media actual (las resoluciones 1080p parecen reservadas a modelos “Premium”), y también lo es su procesador, un Snapdragon S4 Pro (dual-core) con la GPU ADreno 320 (quad-core) al que se le han añadido un procesador específico para reconocimiento de voz y otro “contextual” con el que se gestionan diversos sensores.
El rendimiento de esa combinación (para la que Motorola ha creado el discutible y engañoso apelativo de Motorola X8) estará claramente por debajo también de los actuales buques insignia de los principales fabricantes, lo que de nuevo sitúa al Moto X en la gama media.
Otras características, no obstante, lo colocan un poco por encima de esa gama. La memoria RAM (2 GB) y la capacidad de almacenamiento (16 o 32 GB, pero eso sí, nada de ranuras microSD) así parecen señalarlo. El otro aspecto destacable es el de su cámara Clear Pixel de 10 Mpíxeles, que aún tendrá que demostrar su rendimiento pero que de nuevo sobre el papel parece poder hacer frente a las mejores de este segmento.
La combinación de todos esos elementos hacen difícil llegar a una conclusión sobre lo que esperar de este dispositivo, en el que parece clara que la intención ha sido la de tratar de ofrecer una autonomía razonable. La pantalla (por tamaño y resolución) y el procesador (por potencia) parecen haber sido elegidos con esa idea en mente, pero de nuevo será necesario comprobar lo que da de sí esa batería de 2.200 mAh.
Sobre todo, cuando esas posibilidades de personalización se ven algo minimizadas con la presencia de las carcasas que probablemente inunden el mercado. Por supuesto esas carcasas aumentarán las dimensiones del dispositivo, pero también permitirán protegerlo y a menudo los usuarios de móviles valoran este segundo apartado especialmente.
Tanto es así que en Motorola se han asociado con fabricantes de carcasas para ofrecer directamente la compra de algunas carcasas especialmente diseñadas (y “homologadas”) por la firma. Otros detalles como la selección del fondo de pantalla con el que llega el terminal o la capacidad de grabar la parte trasera son más bien anecdóticas, y demuestran la vocación de Motorola por seguir en cierta medida la filosofía que Apple puso en marcha con sus iPod en el pasado.

Fuegos artificiales

Otro de los apartados en los que Motorola quiso hacer hincapié fueron sus mejoras software. La primera y más destacada, el control por voz, con un procesador exclusivamente dedicado a estar pendiente de reconocer nuestras órdenes
El sistema, llamado Touchless Control, se combina con Google Now para permitirnos controlar ciertas funciones sin necesidad, efectivamente, de tocar el dispositivo. Y sin embargo, ese control por voz, que resultará útil en ciertos escenarios —usando el móvil al volante, por ejemplo—, no parece demasiado novedosa.
Ni siquiera el procesador específico que forma parte de su sistema Motorola X8 es especialmente reseñable: el Qualcomm Snapdragon 800 ya integra esa capacidad “always on” del reconocimiento de voz de serie, por lo que ese control sin manos será algo disponible en otros terminales muy pronto.
Tampoco parece especialmente revolucionaria la característica Active Display, que muestra cierta información relevante para el usuario en la pantalla de bloqueo. Podremos mostrar esos datos con un gesto en pantalla —sin necesidad de pulsar el botón de encendido—, y aunque de nuevo resulta una curiosa función más, en el segmento Android la personalización de pantallas de bloqueo ya ofrecía posibilidades similares desde hace mucho tiempo.
Veremos lo que da de sí también la función de captura rápida (Quick Captura), que se activa con un movimiento especial de la cámara (como si giráramos un pomo o enroscáramos una bombilla), y que según los responsables acelera en gran medida la puesta en marcha de esta función. Algo más interesante que sus compañeras, veremos si esa prestación mejora este imporante apartado en cualquier smartphone moderno.
Más interesante es el hecho de que este dispositivo no integre la última versión de Android. En Motorola han utilizado Android 4.2.2 como base del dispositivo, y parece que a pesar de la adquisición por parte de Google las sinergias entre ambas empresas no son especialmente fuertes.
Así lo indican en el Wall Street Journal, donde hablan de mails que no se responden entre ingenieros de ambas empresas o sobre curiosidades sobre la interesante ausencia de Chrome como navegador por defecto en el Moto X “porque los desarrolladores no pudieron conseguir la información que necesitaban de Google“.

Conclusiones: apuntar maneras no basta

El Moto X está únicamente destinado al mercado norteamericano, algo que la empresa ha dejado claro en el lanzamiento y que también se justifica con ese proceso de fabricación del que presumen sus responsables en el eslógan de lanzamiento “Diseñado por ti. Ensamblado en los Estados Unidos“ en un claro mensaje patriótico.
Por supuesto, ese mensaje relevante para la imagen de Motorola también tiene sentido en ese esfuerzo por ofrecer ese nivel de personalización en estos teléfonos. En Motorola se comprometen a enviar el móvil en 4 días tras elegir la personalización (si el cliente lo es también de AT&T), y tener ese ensamblaje centrado en Estados Unidos permite ofrecer esos tiempos.
Ese aspecto logístico sigue sin ser capaz de disimular la realidad de un dispositivo que a pesar de algunos aciertos no acaba de convencerme. Es un gama media con pretensiones y precio de gama alta, y ni sus especificaciones, ni su grado de personalización, ni esas novedades software parecen diferenciar lo suficiente a un producto del que se llevaba meses hablando y que tiene la difícil misión de devolver a Motorola a un puesto relevante entre los fabricantes de smartphones. Puede que sea un paso en la dirección adecuada, pero desde luego, no el definitivo.

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